Primer adiós

Empezamos la semana con pena porque el martes tuvimos la primera baja de la ONU. Nuestra falsa africana, nuestra rebelde palestina, nuestra modelo se fue.

El lunes dijimos que viviríamos una semana erasmus total. Con esto nos referimos a ir a locales erasmus con sus fiestas de reggeton, su roce y sus cosas. Nosotras no somos ni de reggeton ni de roze bailongo, pero de vez en cuando no está mal. El caso, que nos fuimos el lunes todas allí a intentar darlo todo. Incluso Tamam vino, y eso que ella nunca sale. Pero el reggetón y el ambiente nos pudo, así que a eso de las 4 decidimos volver a la batcueva.

El martes Tamam se fue. Ya imaginaba que sería duro decir adiós a mis amiguis cuando empezáramos a irnos, pero no imaginaba que sería así. No suelo llorar en público y cuando vimos el bus de Tamam irse y a ella diciendo adiós casi se me saltan las lágrimas. Quizás sea que esta experiencia une mucho, que ella no es europea y por lo tanto le cuesta más venir a vernos...

La semana siguió, "como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Y hubo kalambur, y helados, y mucho calor. Y sin sentido decidimos hacer locuras capilares, aquí las tres marías: la griega, la croata y la española. Jelena se tiñó se morado, porque ella se veía en las fotos con reflejos púrpuras y oye, si en la foto salen ella no va a negar su destino. Vissa y yo nos rapámos la cabeza, la zona de la nuca. Pero para cambiar y no hacer un 2012, yo me rapé en pico, en forma de V y ella recto. Nos dejamos una línea de pelo más largo que decoloramos, teniendo como resulta unas nucas la mar de monas.


El jueves nos preparamos para coger un avión rumbo a Oslo, Noruega. Esta vez la tropa estaba formada por Vissa, Jelena, Carlos y aquí la que escribe. Nos preparamos para los escandalosos precios de Oslo llevando una horda de sandwiches, noodles, manzanas y huevos duros.

La llegada a Oslo con su bus a la ciudad por 12€ fue graciosa. La ciudad es muy moderna y nos gustó mucho (quitando el tema de las cervezas a 10€). El hostel estaba bastante bien, algo alejado del centro pero bueno. Lo único malo fue ver que había que pagar por sábanas, y como nosotros somos del sur y la crisis nos ha golpeado fuerte, decidimos dormir sin ellas. 6€ que nos ahorrábamos.
 

 La sorpresa llegó cuando a las 6.45 de la mañana el seguridad del hostel nos levantó diciendo que sin sábanas no se puede dormir. Hicimos el camino de la vergüenza, en pijama y con legañas, hasta la repcepción para pagar la mierda de las sábanas.

Quitando este altercado, la ciudad es preciosa. Los edificios son muy modernos y la gente es muy bella (los hombres más guapos que he visto nunca). Pensando en Noruega creíamos que ibamos a pasar frío. Ja! Chiquillo qué calor nos hizo, eso era Sevilla a mitad de Junio. Mendigábamos agua en los bares, buscábamos la sombra y andábamos en tirantas. ¿El resultado? Una bonita alergia y unos hombritos quemados que son gloria bendita.

 
 
No olvidemos que estamos en Noruega, y de vez en cuando llovía, pero el calor seguía intacto. Por la noche también vivimos episodios raros para nosotros, con eso de la puesta de sol a las 12 de la noche y el amanecer a las 2.30 de la mañana.


En resumen, Oslo ha sido mucho andar, mucho calor, mucha pobreza pero una sociedad muy bella, con mucho estilo, multicultural, mucho hombre barbudo y tatuado llevando un carrito de bebé, y parques convertidos en playas. Incluso en la puerta del palacio se veía a las muyayas osleñas tomar el sol con su bikini.

Oslo mola, pero quizá sea mejor ir con más dinerito y sin sándwiches de tres días de antigüedad o huevos duros que huelen ácido.


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